La carne en la alimentación de gatos y perros.
Los perros se domesticaron hace aproximadamente 15.000 años y proceden del lobo, animal carnívoro por naturaleza. En el caso de los gatos, la domesticación es más reciente y data de hace unos 3000 años, descendiendo del gato salvaje africano.
Se cree que el perro se acercó a los humanos, cazadores y trashumantes, aportándole aviso y protección frente al ataque de otros animales, y recibiendo a cambio las sobras del alimento que comían las personas.
En el caso de los gatos, la domesticación se dio a partir del uso de la agricultura por parte de los humanos. Estos felinos protegían las cosechas de grano cazando a los ratones y recibían cobijo como contrapartida.
En su desarrollo evolutivo histórico, podemos comprobar, por tanto, que ambas especies han basado su dieta en la ingesta de carne; de ahí que el tracto digestivo, tanto de unos como de otros, sea el propio de un carnívoro, con grandes colmillos y molares afilados, pero con unos incisivos más pequeños. El Ph de su estómago es más ácido que el nuestro, para poder digerir los huesos en el caso de ingerirlos. Su intestino también es más corto, típico en los carnívoros, ya que en su dieta no abunda la fibra vegetal.
Por último, la Taurina y la L-carnitina, dos aminoácidos esenciales e imprescindibles para los gatos, se encuentran fundamentalmente en alimentos de origen animal. En el caso de la Taurina, un gato que no la ingiera, puede llegar a sufrir una enfermedad cardíaca grave, una enfermedad ocular, del sistema nervioso o muscular e incluso puede llegar a morir, como ha ocurrido en algunos casos de gatos alimentados con dietas exclusivamente vegetales.
Por todas estas razones, debemos tener clara la importancia de los alimentos de origen animal y de una buena calidad de las proteínas en la alimentación de nuestros perros y gatos, ya que son, por naturaleza, animales carnívoros.