La decisión de tener un animal de compañía.
Tener o no un animal de compañía es una decisión relevante. Es importante ser conscientes de que muchos aspectos de nuestra vida pueden cambiar tras su llegada a nuestra casa. Es cierto que él siempre va a compensar todos nuestros cuidados con creces, con su amor incondicional, su cariño y su capacidad para entretenernos, pero, en aras del bienestar y de una buena convivencia de aquellos que van a vivir bajo el mismo techo, hay varios aspectos a tener en cuenta antes de lanzarnos a una gran relación como ésta. En este primer post sobre el tema, abordaremos el peso de las características del animal y la importancia del entorno de su origen.
– La importancia del tipo de animal de compañía; sea perro, gato u otros, como conejos, cobayas etc. Cada uno tiene unas particularidades, diferentes necesidades de cuidado y una forma concreta de interactuar o ser. Esto es algo importante que tenemos que valorar para no abrigar falsas expectativas y poder cubrir sus necesidades adecuadamente; por ello, debemos conocer un poco el comportamiento, los cuidados y el tiempo de vida que suelen alcanzar, antes de lanzarnos a adquirirlos.
– Edad y sexo del animal: ¿preferimos un cachorro o un adulto? Con un cachorro, tenemos la opción de acostumbrarlo más fácilmente a nosotros y educarlo; no obstante, podemos cometer errores en ese proceso y tener que solucionarlos después. Además, en el caso de los perros, hay que enseñarles a hacer sus necesidades fuera de casa y hasta entonces tendremos bastantes “accidentes” en nuestras habitaciones, salas, etc. Esto no ocurre prácticamente en el caso de los gatitos, ya que desde muy pequeños ya utilizan la bandeja de arena.
Con un animal adulto, tenemos la seguridad de conocer su tamaño final y su carácter, y no suele ser necesario enseñarle a hacer sus necesidades fuera. No obstante, según su pasado puede tener algún trauma o costumbre. Se trata de conocerlos y trabajarlos para mejorar.
El sexo del animal influye, desde luego, en el carácter (los machos suelen tener más energía y ser más inquietos que las hembras) y a la hora de la esterilización el precio también varía bastante, siendo más costosa en el caso de las hembras, al ser una cirugía más complicada.
– Procedencia del animal. Es muy distinto que el animal proceda de una protectora, un criador o una tienda de animales o que, sencillamente, lo recojamos después de un proceso de abandono. Lo deseable es realizar el generoso gesto de adoptar. Ahora bien, si buscamos un carácter concreto, habremos de consultar a los especialistas de las propias protectoras u hogares de acogida – o también, por supuesto, a especialistas externos – para ajustar lo más posible el carácter del animal a las circunstancias de su hogar de acogida, en el que tal vez tenemos otros animales o niños o personas mayores a nuestro cargo. En ocasiones, la solución es acudir a un criador (por supuesto, siempre de forma legal y bajo los preceptos del bienestar animal) o a una tienda, lo que nos permitirá afinar mucho el tipo de comportamiento del animal, en función de su raza. No obstante, según la experiencia profesional de quienes nos dedicamos al comportamiento animal, es frecuente que aquellos que proceden de tiendas porten problemas de comportamiento, por el hecho de haber pasado su período de socialización en un entorno generalmente muy reducido.