Poner en hora a nuestros perros y gatos.
Dos veces al año, nos vemos sometidos a un cambio en nuestro horario, que – aunque sólo sea de una hora – a muchos, nos produce cambios en nuestro cuerpo y estado de ánimo, cansancio, dificultad para dormir… Pero, ¿ocurre esto mismo con los animales que conviven con nosotros? ¿Se ven afectados de la misma manera?
La respuesta es sí. Aunque ellos no tengan reloj ni hayan de ir al trabajo, el hecho de convivir con nosotros hace que cualquier cambio en nuestras rutinas suponga un cambio también en las suyas.
Hemos comprobado, con mucha frecuencia, cómo perros y gatos saben instintivamente cuándo es hora de salir a pasear o de que volvamos a casa, y lo demuestran activándose en esos precisos momentos. Esto ocurre porque, aunque no entienden lo que les decimos, reciben información de nosotros y nuestros hábitos – que suelen ser cada día muy similares – asociando cada evento a un momento del día y a una cantidad de luz. Perros y gatos son animales de costumbres y se benefician de las rutinas para su bienestar emocional, ya que les da seguridad.
Cuando se modifica la hora por el cambio estacional, nuestros hábitos se adelantan o se atrasan y, en consecuencia, las rutinas de nuestros animales. Por ejemplo, si están acostumbrados a que lleguemos a casa con la luz que hay a las 6 de la tarde, en el cambio horario de invierno, estaremos llegando de noche, de repente, y ellos podrían impacientarse y mostrar ansiedad.
Normalmente, todos los animales se adaptan bien a la nueva situación en pocos días, al igual que hacemos nosotros; ahora bien, los perros o gatos muy mayores o cachorros, con problemas al retener sus necesidades, o con disfunción cognitiva, pueden verse más afectados por el cambio.
Esto podemos solventarlo haciendo un cambio paulatino y, durante la semana previa, ir adelantando o atrasando las salidas unos 10 minutos, según lo necesario por el cambio horario del que se trate (en invierno, retrasaremos el paseo y, en verano, lo adelantaremos). En el caso de los gatos, que no salen al exterior, lo haremos con las comidas, si no la tienen a libre disposición. Con unas pequeñas acciones, que no nos suponen mucho, podremos ayudar a nuestro perro o gato a no acusar el cambio horario tanto como nosotros, aunque, como decimos, salvo casos concretos suelen acabar adaptándose bien si les damos unos días.